Microrrelato: Mi interpratación de las virgenes suicidas


                                                                                                                                    María José Ortiz
No siento nada.
4 ataúdes blancos presiden el altar del sacrificio.
Mi útero se yergue como copa maldita.
Siseos interminables desgranan sin ganas las cuentas del rosario, eliminan la quietud de mi alma: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores..."
Virgen subida al cielo. Enaltecida por el fuego eterno del sacrificio.
Mi  muerte, nuestra muerte, sacrificio perfecto. Entregadas para siempre a la eternidad. 

" Si no hubiésemos tomado la decisión de suicidarnos, nos hubiésemos ahogado en la atmósfera agobiante de nuestra casa. La muerte nos hubiera venido a buscar, pero nosotras la encontramos antes.

Todo agonizaba con nosotras, esa mezcla de desamparo y euforia nos llevaba a no entender nada de lo que pasaba a nuestro alrededor, era ajeno a nosotras. Nuestro mundo era lo único real que teníamos, una insoportable indolencia regía nuestras vidas.

La necesidad inherente de inmortalidad, se había hecho insoportable, después de la muerte de Cecilia y de la falta de pudor de Mary. Esta realidad imperfecta nos sumía en una terrible e inexplicable melancolía.

Nuestra muerte se recordará como una tragedia necesaria. No había vuelta atrás. De nuevo la muerte nos dará la inmortalidad."


Escrito en el Curso de creación literaria en Teruel. Julio 2015



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